14 de octubre de 2011

Hong Kong, caos y tradición cosmopolitas

 
Hong Kong es una ciudad de contrastes. Por una parte, el ritmo y apariencia de la ciudad puede recordar a algunas de las ciudades chinas más modernas, en las que el caos, los viejos edificios y esa densidad que se palpa en el aire (aunque rodeada de misticismo, es pura contaminación) conviven con los rascacielos, los negocios y los trajes elegantes. A pesar de esto, el estilo de vida y sus habitantes aún mantienen mucho de su pasado inglés, y son bastantes los que aún conservan lo que se llama "la flema británica" que choca encontrar allí. No creo equivocarme mucho si digo que para los viajeros europeos, es la ciudad china mejor valorada.

No hay que olvidar que Hong Kong hasta la década de los 90 fue un protectorado inglés, y aún hoy en día disfruta de un régimen administrativo diferenciado al del resto de regiones del país. De hecho, si se quiere viajar a China, hay que tener en cuanta la previsión de visitarla, puesto que la entrada y salida  a la ciudad desde cualquier punto del país se contempla como una entrada y salida del país, por la cual cosa, para salir de Hong Kong hacia China es necesario otro permiso de entrada del gobierno chino.

Podríamos decir que Hong Kong es una ciudad de gran altura. El espacio reducido que ocupan la ciudad y las islas colindantes la han obligado a crecer a lo alto, y de hecho, cuando uno llega en avión puede comprobar tanto la pequeñez de la isla como la altitud de los edificios (probablemente uno de los aterrizajes más impresionantes que uno puede vivir). 

Y como no, las luces, los aromas, y el misticismo que caracteriza a las ciudades chinas. Grandes carteles de neón, espectáculos de luz desde los rascacielos (de hecho, no hay gran ciudad China que se precie sin hacer alguna cosa de este tipo), todo tipo de aromas de la comida que se ofrece en la calle, y los templos repletos de incienso. Esto es lo que diferencia a Hong Kong de cualquier otra ciudad del mundo, esta combinación tan mágica que hacen de ella un destino muy recomendable.

Y como no, de nuevo me dejo mucho, así que tambien me comprometo a una segunda parte.

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